Mucho se ha hablado de Economía Colaborativa, sin embargo hemos detectado que no existe un consenso alrededor de su definición. Su popularidad obviamente surge del auge de plataformas tecnológicas icónicas tipo Uber o Airbnb.
Nuestra aproximación a la academia tradicional tampoco nos muchas luces, y si lo hace tienden a estar alejadas de la realidad productiva o social, tienden a ser referencias oscuras para los seres humanos del común, incluyendo autores con nombres sofisticados que confunden aún más, o simplemente son una indexación de lo que comunidades digitales o el sector privado de frontera está haciendo sin pedirle permiso a nadie, por la noble justificación universal de que les funciona.
El concepto puede estar en construcción o más bien en redescubrimiento porque es tan antiguo como el ser humano y el comercio.
A primera vista básicamente se podría definir como un sistema económico en el que se comparten e intercambian bienes y servicios, principalmente por medio de plataformas digitales. Pero siendo más especificos la inclusión de una plataforma digital sólo sería un caso particular de lo que se puede comprender como economía colaborativa, lo que si es claro es que comprende la aplicación de una estrategia de gestión de recursos, donde sin comprometer necesariamente y directamente un capital económico específico, de manera concertada, se desarrollan actividades, tareas y proyectos, aprovechando recursos subutilizados u optimizando el uso de los mismos (espacios físicos, agendas de eventos, talento humano especializado, transporte, ropa, herramientas, tiempo, etc.), integrando en algunos casos voluntariado, ayuda mutua y principalmente intercambio.
Ahora, reiteramos, aunque el intercambio, uso compartido es un factor común, no se queda por fuera el flujo de capital en metálico, aunque bien podría dejarse fuera de la ecuación si nos vamos al extremo de un banco de tiempo o una plataforma de trueque de artículos usados.
¿Que es entonces Economía Colaborativa?
Es la forma, el medio, o la práctica orientada a satisfacer diversas necesidades humanas mediante la utilización de recursos que generalmente son escasos y pueden ser destinados a diferentes usos, integrando de manera concertada, bien sea por plataformas digitales u otros medios de coordinación, estrategias de intercambio, voluntariado, uso compartido, monedas sociales, divisas digitales o pago por insumos y servicios de matchmaking.
El último caso (insumos y matchmaking) es lo que le justifica a Uber existir y cobrar sin ser una empresa de transporte, porque su negocio no es el transporte y se debe cubrir el valor de los insumos del proceso (el pago a quien prestó su vehículo para su funcionamiento).
La traducción al español de matchmaking no es muy elegante para estrategias de marketing, pero es perfecta, sería algo asi como un servicio de casamentero. Tiene mucho sentido porque volviendo al ejemplo de Uber o Airbnb es lo que realmente hacen, unen de manera efectiva y eficiente una necesidad específica con una oferta específica en un tiempo específico, y ese modelo se puede aplicar a casi cualquier necesidad humana, la plataforma digital es el sistema nervioso que ofrece la inteligencia colectiva para que eso pase.
Aunque sin sofisticar tanto el tema, quitando el distractor de las herramientas digitales, la economía colaborativa ha existido desde siempre y por ejemplo en las sociedades andinas avanzadas con su visión sistemica de la realidad, era común y funcionaba bien, tanto así que no necesitaron tener una moneda hasta la llegada de la colonización europea, con las consecuentes situaciones de endeudamiento, escazes que el uso de una moneda y la propiedad privada convencional nos trajeron.
Lo anterior no tiene nada que ver con comunismo o socialismo, lo que sucede es que para las lógicas económicas en las que fuimos criados es simplemente irracional que usted pueda compartir el uso de su vehiculo privado (SU VEHÍCULO, el que pagó o está pagando con tanto esfuerzo), siendo aún más irracional que usted se suba a un vehículo de un desconocido con la confianza de que no va a ser atracado (en el mejor de los casos), que no tenga que comprar y acumular herramientas que puede usar por horas desde un banco de herramientas, que en vez de pagar con dinero pueda pagar con tiempo o con servicios y que pueda usar si se necesita una moneda que no haya sido emitida por una autoridad central. Analizando, no es otra cosa sino una forma de gestión de recursos, y le funcionaría a una sociedad capitalista, a una colonial, feudal, comunista, o lo que sea. Es más... estas estrategias son muy comunes en el mercado negro de los comercios capitalistas mas agresivos... creo por eso es que nos generan tanta confianza y han tenido tanto éxito, si a ellos les funciona...
Aclaramos que si por tu mente esta pasando en este momento la gloriosa idea de montar una plataforma de este estílo, dicho proceso a lo último a lo que se refiere es a la creación de una APP o una página. Esa es la parte más fácil, en realidad estás creando no un sistema tecnológico sino un sistema social y su gestión va más allá de lanzar una cuantas lineas de código o contratar a un programador para materializar tu idea. El tema es más complejo.
El debate esta abierto, espero los expertos en ciencias sociales y económicas no nos crucifiquen (y los otros expertos tampoco) sin ofrecer antes sus luces en el tema y obviamente estamos abiertos a mejorar dicha definición, por el momento creo que nos funciona bien para los temas que trabajamos en OpenSAI.