Aunque puede parecer gracioso, la alfabetización tecnológica con lo último que tiene que ver es con tecnología.
Es peligroso confundir un proceso de alfabetización tecnológica con un proceso de entrenamiento tecnológico. Si bien el segundo se puede integrar al primero, lo que realmente se debe buscar es el desarrollo interno del ser humano, su capacidad para aprender, desaprender, vencer el temor a lo complejo, lo desconocido, su capacidad para reaccionar resolviendo problemas con las herramientas que su entorno le ofrece.
Si en un programa educativo se integra de una manera rigida un proceso de entrenamiento tecnológico, es posible que cuando dicho programa cumpla su ciclo normal, los participantes se encuentren totalmente desactualizados, así su certificado educativo diga lo contrario.
Un proceso de esta naturaleza lo que busca es conducir a los usuarios, desde un estado de consumidores pasivos, a otro en el que vean a la tecnología como una herramienta para potenciar cada una de sus capacidades individuales, estando concientes del poder y la responsabilidad que dichas herramientas les otorgan, y del impacto que pueden tener al interior de sus comunidades.
Tecnología no sólo es aquello que incluye dispositivos electrónicos, o software. Una cuchara es tecnología, un fosforo, una ruana. Si un niño tiene la experiencia de tejer su ropa, cultivar o criar su alimento, crear su propia música, su propio arte, es muy posible que en algún momento se sienta capaz de construir un cohete o de aprender a usar un paquete de software que nunca habia visto.
El nucleo central de discusión se ha soportado en {http://www.allianceforchildhood.net/projects/spanish_pdf_files/spanish_fg4.pdf}
La utilización de nuestra expresión despectiva -pinche- para referirse a la mochila, intenta resaltar el complejo de inferioridad que como “nación” tenemos totalmente incrustado en nuestro cerebro, no valoramos nuestra cultura hasta cuando después de extinta la vemos en un museo, o cuando aparece un extranjero “dizke culto” para decirnos que es maravillosa…¿cuantas veces asociamos elementos valiosos que nos podrían identificar como nación, a características por la que debemos avergonzarnos? y adoptamos con orgullo la intoxicación de la cultura chatarra que nos inyectan por los poros… un ejemplo en ese mismo “sentido”… para mi sigue siendo tecnológicamente más avanzada la envoltura de plátano de un tamal, que un empaque tetrapack, la hoja del tamal de principio a fin es mucho más maravillosa, culturalmente, ecológicamente, gastronómicamente… pero a pocos se les ocurriría incluirlo en una “cena de gala” del parque de la 93 en Bogotá, a menos que le pongamos el nombre en francés.. ya lo dijo alguien -la morcilla en ingles les sabe más rico y se les cobra más caro…